miércoles, 11 de septiembre de 2013

Sobre el prejuicio del comportamiento ético de los ricos.

Al ver el título de un artículo sobre el comportamiento no ético de las personas con altos ingresos recordé con coraje una situación de hace como treinta años. Al viajar en autobús de la ciudad de México a Tijuana, nos revisaron en la garita de Sonoita y los oficiales de migración pusieron especial atención a mi tocayo: un artesano nayarita que iba a vender sus pinturas en amate. Moreno y con su vestimenta tradicional blanca y cargado de coloridos dibujos sobre lienzos sepias, Antonio fue cuestionado y revisado de pies a cabeza, mientras que otros pasajeros y yo solamente fuimos interrogados con la frase: ¿de dónde eres? ¿a qué vas a Tijuana? En cambio, mi tocayo fue separado, registrado y solamente después de una ardua y minuciosa revisión de su persona y sus pertenencias fue devuelto al autobús.
Claramente esa actitud de los oficiales de migración es similar a la de muchos de nosotros cuando tenemos prejuicios sobre el comportamiento ético de individuos en condiciones de pobreza.
También quiero comentar que caminé tranquilamente por las calles de Puerto Príncipe, Haití, uno de los países más pobres del mundo y disfruté el compartir el conocimiento con los haitianos en la Universidad Estatal de Haití. La convicción de compartir el conocimiento sobre fuentes renovables de energía me han permitido tener relaciones con muchas personas en diferentes condiciones y siempre el bienestar común a prevalecido.


Sin embargo, en esta ocasión quiero comentar los hallazgos de ese estudio que me llamó la atención y que fue publicado recientemente en una de las revistas científicas de más prestigio internacional que concluye: La pertenencia a una clase social alta predice un aumento en la posibilidad de exhibir un comportamiento poco ético (Higher social class predicts increased unethical behavior, P.K. Piff, D. M. Stancato, S. Côté, R. Mendoza-Denton, y D. Keltner, Proc Natl Acad Sci U S A. 2012 March 13; 109 (11): 4086–4091) . Este resultado es totalmente contrario al prejuicio de muchos que inmediatamente juzgan a una persona por su vestimenta, habla o comportamiento.
En ese artículo se analizan siete estudios donde se utilizaron métodos experimentales y observaciones del comportamiento natural de diferentes personas. Estos estudios revelan que las personas de ingresos altos suelen comportarse con mayor frecuencia inmoralmente que los individuos de menores ingresos. En los estudios donde se observaba el comportamiento natural en situaciones citadinas, las personas de ingresos altos eran más propensas a violar la ley al conducir un automóvil, en comparación con los individuos de menores ingresos. En los estudios preparados en el laboratorio social, los individuos de mayores ingresos eran más propensos a: a) exhibir las tendencias de adopción de decisiones no éticas, b) tomar bienes costosos de otros, c) mentir en una negociación, d) engañar para aumentar sus posibilidades de obtener un premio, y e) avalar el comportamiento poco ético en el trabajo, que las personas de menores ingresos. En estos experimentos las bitácoras de los mediadores y moderadores, que participaron en ellos, demostraron que las tendencias contrarias a la ética de individuos de mayores ingresos obedecían, en parte, a su actitud más favorable hacia la codicia.
Este estudio buscó la respuesta a ¿Qué clase social es el origen más probable de la conducta ética, la clase alta o la clase baja? Claramente, examinar cómo la clase social se asocia con el comportamiento poco ético, o las acciones que dañan a otros y son ilegales o moralmente objetables para la comunidad, arrojaría luz sobre comportamientos proclives al engaño o violación a la ley. El prejuicio de que dado que las personas de menores ingresos viven en ambientes con menos recursos, una mayor amenaza a su supervivencia y más incertidumbre conduce a que ellas puedan estar más motivadas para comportarse de forma poco ética para aumentar sus recursos o superar su situación de desventaja, es falso.
En cambio, ese análisis encontró lo opuesto: actitudes más favorables de las personas de mayores ingresos hacia la codicia que genera una propensión hacia el comportamiento poco ético. Los resultados parecen indicar que el aumento de los recursos y la reducción de la dependencia de otros pueden dar lugar a valores sociales que hacen hincapié en la codicia como un aspecto positivo. Por otra parte, la educación individualista que se centra en la maximización del beneficio propio, puede llevar a la gente a ver la avaricia como algo positivo. Los individuos de mayores ingresos, que pueden ser más propensos a actuar como líderes en sus organizaciones, también pueden ser más propensos a haber recibido una formación orientada hacia lo económico y a trabajar en entornos que resaltan el interés individual.
El artículo no analiza las razones del comportamiento más propenso hacia el beneficio común de las clases bajas. Surgen aquí varias preguntas: ¿qué valores deben fomentarse para buscar un comportamiento ético? ¿la educación hacia la colectividad fomentará el comportamiento ético? ¿un afán cooperativista propicia el respeto a las leyes?
Ese artículo destruye un prejuicio, ¿cuántos más tendremos arraigados en nuestra sociedad? Considero importante analizar si los supuestos de nuestras conceptualizaciones resisten una revisión científica.

Una versión previa de este artículo fue publicada el día 11 de septiembre

martes, 3 de septiembre de 2013

Apuntes desde la sustentabilidad para una Reforma Energética

En esta bitácora hemos hablado sobre la Reforma Energética y en esta ocasión compartiremos algunos apuntes y plantearemos brevemente el contexto en el que supuestamente fue desarrollada esta reforma: en la Estrategia Nacional de Energía.
La Estrategia Nacional de Energía, 2013-2017 (ENE), propuesta por el ejecutivo federal hace algunos meses, dice que la última medida de la Política Estratégica Nacional de Energía se refiere a la transición energética. En particular, se promoverá la eficiencia y el aprovechamiento de las fuentes renovables de energía y las tecnologías limpias para generar electricidad.
Así, parecía que las fuentes renovables de energía estaban incluidas en la política energética del país, parecía que podíamos estar satisfechos aquellos que pensamos más allá de seis años; aquellos que tenemos en una visión de largo plazo y deseamos un desarrollo sustentable y el beneficio social. Con este enunciado la ENE parece apuntar en la dirección de la sustentabildiad. En ella se fija la meta del 35% de la generación de electricidad usando energías limpias en el año 2024. Aunque notemos que energía limpia no es lo mismo que fuentes renovables de energía. Debemos tener claro que fuentes limpias incluyen la energía nuclear, en cambio las fuentes renovables de energía excluyen a la nuclear; ese es el vocabulario que debemos conocer en esta área.
En mi opinión, la meta del 35% es totalmente alcanzable y, es más, con acciones concretas de impulso a las renovables podemos conseguir rebasarla.


Analicemos algunos de los puntos de la ENE. El tema dos dice: promover el uso eficiente de la energía en todos sus aspectos. Es más en este punto propone el uso del análisis de las externalidades para determinar los precios de la energía. Como ya hemos mencionado estas externalidades incluyen el costo de la capturar el carbón y su almacenamiento, es decir la intención es utilizar la energía de los hidrocarburos, pero no incrementar el contenido de gases de efecto invernadero en la atmósfera. Estas acciones que actualmente se están demandando de las termoeléctricas modernas se debieron tomar hace algunas décadas. Debemos tener claro que durante más de un siglo toda la energía que hemos utilizado como producto de la combustión de los hidrocarburos ha sido barata, ya que su costo no contempla el costo de la captura del bióxido de carbono. En este tema también se contemplan los subsidios para los hidrocarburos que no son aplicados a las fuentes renovables de energía evitando su instalación.
El tema ocho de la ENE menciona la necesidad de dotar de flexibilidad a las redes de transmisión y distribución; es decir, otorgarle a CFE la posibilidad de que se genere electricidad localmente. Hoy la red de distribución de la CFE no es una red inteligente y cuando hay generación en diferentes lugares se pueden producir inestabilidades ocasionando problemas en la distribución de energía. Con un sistema inteligente de distribución y de transmisión las fuentes generadoras locales le otorgan robustez a la red como ha sido mencionado anteriormente; pero todavía se requiere un mayor impulso tecnológico a estas redes inteligentes.
También en el tema diez de la ENE se dice que hay un fortalecimiento a la regulación de las capacidades económicas, para el porteo de los proyectos de autogeneración con energías renovables. Esta parte es fundamental para propiciar el uso masivo de las fuentes renovables de energía.
Hasta aquí tenemos tres temas de la ENE que claramente apuntan hacia una promoción de la fuentes renovables de energía. Sin embargo, la propuesta del Ejecutivo de Reforma Energética no contempla o al menos no en forma evidente la promoción y uso de las fuentes renovables de energía. Quizás estarán en las leyes secundarias, pero estas propuestas no están a nuestra disposición.
Recordemos que estamos en un contexto donde, en México, hoy sufrimos un cambio climático antropogénico, tenemos pobreza extrema de un sector muy grande de la población, estamos agotando los recursos naturales, no solo el petróleo; tenemos un desarrollo económico solo para unos cuantos, la desigualdad de la distribución de la riqueza en México es realmente lacerante.
Los que buscamos un horizonte de largo plazo para la planeación energética estamos trabajando conceptualmente en el marco del desarrollo sustentable. En este marco sabemos que en la sustentabilidad se menciona cuatro diferentes ámbitos: ecológico, económico, social e institucional. Estos ámbitos involucran contradicciones entre ellos que debemos resolver para desarrollarnos: el deseo económico de explotar rápidamente un recurso para obtener un beneficio está en detrimento de la parte ecológica. Si una empresa desea ampliar las ganancias estará en contra del ámbito social, en contra de la equidad. La preservación de una región natural puede estar en contra de su explotación económica y del beneficio de su comunidad. Para resolver estas contradicciones algunos consideramos que el conocimiento científico amalgamado con el conocimiento tradicional y la tecnología pueden ser utilizados como herramientas que aporten soluciones de largo plazo, y así propiciar un desarrollo sustentable.
Sin embargo, la mayoría de las propuestas de desarrollo sustentable olvidan la parte institucional y el aporte de los diferentes conocimientos para conseguir la armonía entre los ámbitos. En particular, la parte legal es primordial para el ámbito institucional de la sustentabilidad. Desde mi punto de vista, en nuestro país, se le debe dar una especial atención a esta parte legal y con ella generar instituciones fuertes y confiables.
En ese sentido, el ámbito institucional de la sustentabilidad en México requiere de un reforzamiento en la parte legal para implantar la ENE, es decir, una Reforma Energética que debería apuntar en el sentido de la promoción de las fuentes renovables de energía. En mi opinión, esto no esta sucediendo, y la propuesta de Reforma Energética se quedó en una reforma para los hidrocarburos. La discusión está en proceso, participemos si deseamos una visión sustentable de la Reforma Energética.

Este artículo es parte de la ponencia que presenté en el "Coloquio Morelense sobre la Reforma Energética" celebrado en el Instituto de Energías Renovables de la UNAM el día 30 de agosto del 2013, una versión resumida de este artículo fue publicado el día 4 de septiembre