miércoles, 14 de septiembre de 2016

Espacios para convivir

En estos momentos de crisis debemos apostar por verdadera inversiones de largo plazo. Como bien saben enfatizaré los aspectos científicos, pero también les compartiré una experiencia que quizás podamos concretar en una verdadera inversión para nuestro Estado de Morelos. Por supuesto que la idea podría ser retomada en cualquier otra parte de nuestro país o el mundo.
La semana pasada estuve en Montevideo, Uruguay participando en el Foro de Ciencia para Latinoamérica y el Caribe (CILAC). En particular estuve platicando en las sesiones paralelas que organizó el Centro LatinoAmericano de Física (CLAF), cuya objetivo fue ilustrar cómo la física ha impactado en problemas reales en nuestros países; pero que todavía no lo hecho con la suficiente contundencia por falta, precisamente de una inversión. Además de la inversión monetaria hace falta preparar personas que puedan contender con la problemática. Los participantes nos enfocamos en dos aspectos fundamentalmente, la salud y la energía. Este segundo ya lo he abordado varias veces en esas páginas y solamente diré que la promoción del uso de las energías renovables es una imperiosa necesidad y por supuesto en ellas hay infinidad de temas de física. Desde la compresión del efecto fotovoltaico que captura un fotón para convertirlo en un par electrón hueco, que puede circular por el material produciendo una corriente eléctrica que usamos en muchísimas aplicaciones hoy en día, pasando por el entendimiento de la mejor aerodinámica para construir aspas que moverán un generador y producirán energía eléctrica, hasta el conocimiento para fabricar materiales absorbedores de radiación solar que permitan calentar fluidos para que luego los usemos en cualquier aplicación térmica.
La parte correspondiente a la salud fue expuesta por un colega uruguayo que enfatizó la necesidad que tenemos para contar con especialistas en física médica que sean capaces de manejar, entender y dosificar las radiaciones que se usan habitualmente en los aparatos para diagnóstico y tratamiento de diversas enfermedades. Para ello es muy necesario el entendimiento profundo de la interacción radiación materia y con ello poder accionar mecanismos específicos de respuesta donde se desean, en lugar de afectar los tejidos que están sanos.
Regreso a la parte de experiencia de mi viaje. En mis andares me encanta caminar y con ello conocer de cerca el comportamiento de los lugareños. Lo mismo hago cuando voy a alguna ciudad en México o en el mundo. Caminé por las Ramblas de Montevideo, son espectaculares. A la altura de Montevideo el Río de la Plata es anchísimo, parado en la orilla no se puede ver el otro extremo. Desde la playa, efectivamente hay arena en las orillas y así de repente se tiene la ilusión de estar en un mar, pero sin olas. Las ramblas son una gran avenida sobre la ribera del río, pero con grandes andadores para caminar o patinar o andar en bicicleta. Muy pocos lugares han sido concesionados a particulares y prácticamente unos 40 km son reservados para el uso comunitario. Si, se pueden imaginar esos 40 km desde Montevideo hasta Carrillo, por un lado el inmenso río y por el otro muchísimos edificios de departamentos donde muchos de ellos tienen comercios en la parte baja que promueve el desarrollo local y algunos empleos en la misma zona. Por supuesto desde los edificios se puede apreciar el horizonte y el navegar de los barcos que se dirigen hacia Montevideo o Buenos Aires.


Seguramente, se preguntarán, pero en Morelos no tenemos ríos tan anchos o mares, qué podemos aprender de las ramblas uruguayas. Pues la construcción de infraestructuras para el disfrute de la sociedad tiene beneficios a largo plazo y se gozan por todas las personas. En Montevideo vi personas caminando usando los celulares o accesorios más modernos al mismo tiempo que familias humildes sentadas en la playa disfrutando de la comida que habían preparado. El caminar brioso de los jóvenes contrastando con el andar pausado de los mayores. La algarabía de los niños y el mutis de los lectores sentados en bancas que periódicamente se distraen para sonreír por las chiquilladas de su alrededor.
Propongo hacer infraestructura para compartir, por ejemplo entre Cuernavaca y Cuautla se podría hacer una “rambla” terrestre donde por su parte central pudieran circular los autos o autobuses y por las laterales hubiera espacio suficiente y de calidad para que transitaran bicicletas o peatones. En las márgenes de este camino podría haber diversos servicios, como los hay hoy: fondas, restaurantes o balnearios o tiendas o centros de esparcimiento. Seguramente sería un atractor turístico para actividades que no perturban a los lugareños y sí incrementa su calidad de vida.
Algo más sencillo y concreto. Hoy hay un puente, que originalmente se diseñó solamente para automóviles, que está siendo usado por muchos peatones o ciclistas que caminan de Temixco a Emiliano Zapata pasando por arriba de la autopista México Acapulco. El caminar no es seguro en el puente es necesario acondicionarlo para que los peatones o ciclistas tengan seguridad al usarlo. Los actuales estudios indican que la infraestructura debe separar físicamente los ciclistas y peatones de los automóviles. Este puente une dos zonas comerciales que bien podrían beneficiarse de la adecuación para que sea un primer paso peatonal/ciclista/coche del Estado. Todavía se puede construir la infraestructura adecuada; pero estamos en el justo momento de construirla o perderla para siempre. Hay que tomar acciones y pronto.
Este conjunto de ideas podría ser retomada por los presidentes municipales y establecerlas en los reglamentos de construcción y urbanización. Construir este tipo de infraestructuras sería un generador de bienestar social. Así, todo nuevo desarrollo urbano debería contar con los accesos donde se pueda caminar andar en bicicleta y conducir vehículos automotores en fin convivir y hacer vivible el desarrollo.

Una versión previa de este artículo fue publicado el día 14 de Septiembre en el periódico la Unión de Morelos.

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