miércoles, 9 de marzo de 2016

La despersonalización de lo social

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El interés colectivo representado por los valores de la ciudadanía se contraponen con la visión de una persona como consumidor. Un ente social que suscribe un acuerdo entre la colectividad (ciudadano) y el individuo que solo responde a sus intereses o deseos momentáneos son aspectos de una realidad social que hoy vivimos. En otras palabras estas ideas fueron agolpadas en mi mente por el Dr. Óscar Ugarteche durante el seminario del Instituto de Energías Renovables de la UNAM el viernes pasado. En su seminario titulado, como su libro: La gran mutación: capitalismo real del siglo XXI, comentó aspectos muy interesantes de la economía actual y de cómo el sector financiero ha dominado en las últimas décadas la definición de políticas económicas.
Con la inspiración de dicha plática me surgieron algunas analogías, que como un desconocedor de la economía me permito compartir. La actual economía asigna valor a entes no existentes en forma similar como la sociedad asigna valor a la información. Hoy en día muchos de nosotros tenemos la capacidad de acercarnos información y eso cuesta; pero la información es un intangible, algo que no se puede tocar. El auge de lo financiero tiene que ver con la posibilidad de crear negocios con los mercados derivados. Para entender esto consulté el libro del Dr. Ugarteche (que está disponible en la Internet) y menciona un ejemplo muy ilustrativo de lo que son los mercados derivados.


Aquí lo utilizaré: Si tengo una vaca, realmente existente, puedo comerciar con ella, digamos venderla. Ahora si pienso que en el futuro puedo venderla y encuentro a alguien y le digo te vendo mi vaca, pero te la entrego en seis meses tengo varias opciones. Primero, si mi vaca es vieja podría venderla en menos dinero que el día de hoy; pero si es muy joven podría venderla en algo más de dinero que hoy, ya que al comprador le ahorraré el alimento de seis meses. En cambio si es una vaca madura, podríamos hacer un cálculo de cuanta leche producirá después de los próximos seis meses y con base en su producción histórica podríamos fijar un precio. Con todas estas opciones podría venderla a un comprador. El comprador tendría que valorar el riesgo de comprarla hoy para recibirla después y, no solo recuperar su dinero, sino obtener una ganancia por de la operación. Supongamos que consigo ese comprador y me paga la vaca para que yo se la entregue en seis meses. Al terminar la negociación, este comprador encuentra a otra persona y le comenta que en seis mese tendrá una vaca y que de acuerdo con sus cálculos la producción de leche de esa vaca será muy buena y le propone venderle su derecho a poseer la vaca en seis meses con alguna ganancia para el primer comprador. Este nuevo comprador conoce a un quesero y antes de comprar el derecho a tener la vaca en seis meses le marca por teléfono al quesero para ofrecerle una vaca lechera con una excelente producción de leche en seis meses. El quesero ve la oportunidad de hacer negocio con otra vaca y le compra al segundo comprador el derecho a poseer una vaca en seis meses con otro ligero sobreprecio. La verdad es que el quesero ha comprado probabilidades de tener una vaca, es decir no ha comprado algo tangible, solamente ha cuantificado, empírica o rigurosamente, dependiendo de la profundidad de su análisis, un riesgo. Esto es lo que en general se llaman mercado de derivados. En el ejemplo de una vaca podríamos definir muchos más productos financieros con un posible comprador (mercado) y un precio, a saber queso, leche, carne, etc. Dado que los precios pueden ser fijados a la alza, es decir cada vendedor obtiene una pequeña ganancia, la economía financiera puede ser muchas veces mayor que la economía de entes tangibles. Por supuesto, que si la vaca se enferma o le cae un rayo, todo el negocio se viene abajo o si la vaca no resulta tan productiva el último comprador no podrá recuperar su dinero. La burbuja financiera se romperá y no quedará nada.
Hoy en día el valor de la economía descansa en aspectos financieros que no necesariamente corresponden con valores reales.
Por otro lado, hoy el salario promedio ha disminuido y en comparación con el salario promedio de las personas de hace unos 50 años. El Dr. Ugarteche nos platicó que ahora la mayoría de las personas viven de crédito y no de sus salarios, que las deudas individuales han crecido en una forma constante.
Con el dogma de que el mercado es el que debe dictar las preferencias de la economía se ha desvirtuado al ciudadano y reducido a un ente individual (no social) que obedece caprichos consumistas sin el compromiso de lo social.
Desde mi punto de vista, esta explicación es considerar solamente los aspectos económicos desde la perspectiva del consumo, pero incluso del lado de la producción podemos ver el mismo hecho: la pérdida del sentido social en las acciones colectivas.
Así en mi opinión, en el paradigma capitalista los dueños de las empresas son las personas que forman las sociedades anónimas: los accionistas y estas personas deben definir las políticas de crecimiento de las empresas o industrias. Las asambleas de los accionistas son las que dictan estas políticas, pero cada vez más estas decisiones se toman por juntas directivas a quienes se les encomienda el obtener la mayor ganancia en el menor tiempo posible. Con esta encomienda la junta directiva puede optar por contratar a expertos (otras personas) que aconsejen sobre el manejo de las políticas de la empresa conformando otras empresas administradoras que a su vez emiten otras acciones que nuevamente se pretende rindan grandes dividendos mediante otras juntas directivas todavía más ajenas a los primeros accionistas, con esto último se despersonaliza la sociedad y se priva al accionista de su conducta social, enfatizo se aniquila el posible compromiso social que el primer accionista estableció con los otros socios.
Desde mi punto de vista, parece ser que el modelo económico actual ha despersonalizado los dos extremos del capitalismo, al ciudadano que conformó un acuerdo social para conseguir bienestar colectivo y al accionista que lo ha reducido a un ente sin capacidad de incidir sobre sus pertenencias.

Una versión previa de este artículo fue publicado el día 9 de Marzo en la Unión de Morelos.