miércoles, 25 de febrero de 2015

De aeropuertos y organizaciones enredadas


En estos días he tenido que realizar varios viajes a diferentes lugares de la República Mexicana ya que tengo la oportunidad de coordinar los esfuerzos de muchos colegas científicos para conformar grupo de trabajo colaborativo. En particular coordinamos el Centro Mexicano de Energía Solar (CeMIE-Sol) que tiene como objetivo promover que los hallazgos científicos en temas de energía solar lleguen al mercado. Antes de continuar reflexionar sobre aspectos relacionados con las coordinación de grupos de trabajo, quiero detenerme en comentar un hecho que me ha llamado la atención: En los último vuelos hemos sufrido retrasos en las llegadas o salidas desde la ciudad de México. El más dramático fue cuando después de un retraso de 30 minutos en el despegue de la ciudad de Hermosillo aterrizamos en el aeropuerto del DF y estuvimos parados al lado de la pista. Lo que pasó fue los siguiente: Después de aterrizar, al pasar junto a las puerta de desembarque noté que había unas cuatro desocupadas y que, sin embargo, seguíamos de largo hasta pararnos en un rincón alejado de la zona de desembarque. Unos 20 minutos más tarde, el piloto comentó que por saturación no nos habían asignado puerta de desembarco y que teníamos que esperar. A los 30 minutos mandé dos tuites dirigidos a la aerolínea y me contestaron, al igual que a otros tuiteros, que estaban trabajando para resolver el problema. Una hora después de haber aterrizado nos asignaron un espacio para el desembarco mediante autobuses en lugar de una puerta de desembarco directo. Lo más extraño fue que para colocarnos en la posición remota, pasamos por las puertas normales y nuevamente conté cuatro espacios disponibles. ¿De qué se trata? Hay espacios pero no se usan. ¿Acaso el mensaje es decirnos que el aeropuerto está saturado para demandar la construcción de otro nuevo? Por supuesto que no tengo respuestas a estas preguntas, pero si alguien las tiene las podría compartir. Pasemos al tópico que quiero comentar en esta ocasión. La coordinación del CeMIE-Sol ha ha sido muy interesante y me ha permitido reflexionar sobre algunos aspectos de la conducta humana. Por supuesto que ya muchas otras personas han reflexionado sobre este tema. Es más les puedo decir que en los últimos años he leído una diversidad de libros sobre estos temas. De hecho, ya he comentado en algunos escritos sobre estas ideas. Por ejemplo, cuando cuestionaba la forma de organización jerárquica de las universidades y proponía que una posible organización de cuerpos dedicados a generar conocimiento sea la organización en red.
No solo la estructura de las universidades pueden organizarse de esta manera, ya algunos estudiosos de la organización han propuesto que si las compañías desean aprovechar el conocimiento generado en ellas deben poner atención a la forma en que esas ideas deben fluir a la organización misma. Precisamente esta forma de flujo de información debe ser fundamentalmente orgánica, es decir, en todas direcciones y sin importar la jerarquía de mando. Por ejemplo Ikujiro Nonaka, un investigador de las organizaciones, estudio la forma de generación de conocimiento en empresas tan sui generis como Seven eleven, si una empresa de estanquillos en las esquinas puede generar conocimiento. Nonaka estudió esta forma de transmitir el conocimiento generado y concluyó que la actitudes de colectividad, confianza, valorización de cada uno de los integrantes de la organización son muy importantes y que en de la forma en que administra la información, el conocimiento y la valoración de las personas depende el éxito de la organización.
Hace algunos años participé en un curso para coordinadores de grupos de trabajo y percibí que cuando la tarea que deben desarrollarse es compleja y requiere de habilidades específicas que quizá solamente un miembro del equipo posea; pero que al mismo tiempo no la puede realizar esa persona solamente se requiere una organización que permita la participación igualitaria y colaborativa de los miembros de la organización. Esto debe ser propiciado por un líder que fomente la participación y que al mismo tiempo dirija los esfuerzos de todo el grupo hacia la toma de decisiones por consenso. Esta virtud es algo que debemos desarrollar todas las personas, la habilidad de poder coordinar los esfuerzos de diferentes personas y equipos de trabajo al mismo tiempo que saber contribuir a la construcción de una organización que beneficie a todos. Estamos muy acostumbrados a participar en organizaciones jerárquicas y asumir las posiciones de mando o de obediencia; sin embargo considero importante que fomentemos un cambio hacia organizaciones más participativas que puedan efectivamente contender con situaciones complejas.
Digamos no a la manipulación, observemos, midamos, analicemos y resolvamos las complejas problemáticas que nos aquejan. Abramos la discusión sobre una sociedad más informada, más participativa y con mayores responsabilidades compartidas que disfrute de un ambiente crítico y constructivo, es decir, una sociedad que realmente trabaje en red, una sociedad enredada.

Este artículo fue publicado el día 25 de Febrero