domingo, 11 de diciembre de 2011

Respuesta a un comentario

Una amiga me mandó un comentario sobre las mediciones: “… y cuando vuelve Baltasar, por la noche, ella [Blimunda] dice, Por aquí pasaron hoy más de cien, perdónese la imprecisión de quien no aprendió más rigurosas cuentas, fueron muchos, fueron pocos, es como cuando se habla de años, pasé ya de los treinta, y Baltasar dice, He oído decir que en total llegaron quinientos, Tantos, se asombra Blimunda, y ni uno ni otro saben exactamente cuántos son quinientos, sin hablar ya de que el número es, de todas las cosas que hay en el mundo, la menos exacta, se dice quinientos ladrillos, se dice quinientos hombres, y la diferencia que hay entre un ladrillo y un hombre es la diferencia que se cree no hay entre quinientos y quinientos, quien no entienda esto la primera vez no merece que se lo expliquen la segunda.” J. Saramago, Memorial do convento. A la provocación respondí: Las analogías son interesantes y las luvias de ideas y vorágines lingüísticas también. Los números son abstracciones sin sentido cuando se les priva del contexto. Sin embargo, el aprender a manejar esas abstracciones privadas del contexto permite analizarlas con una objetividad diferente, una que depende del tiempo, del marco conceptual o teórico y aun del sujeto y por ello las matemáticas son universales. Así, quinientos y quinientos son iguales, pero diferentes. Obedecen las mismas reglas, pero representan cosas muy distintas. Aceptar las diferencias, propiciarlas y defenderlas son acciones importantes.

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