jueves, 21 de abril de 2011

Un ejemplo de energía para la sustentabilidad

El abasto de energía es uno de los aspectos relevantes que toda comunidad debe considerar para su desarrollo. Contar con reservas de petróleo era la forma de asegurar este abasto en el siglo pasado. También en la segunda mitad del siglo XX, la energía nuclear fue ampliamente utilizada y promovida como una fuente de energía que no contribuye al incremento en los gases de efecto invernadero. Esta última afirmación es cierta; pero también debe quedar muy claro que la energía nuclear no es una fuente renovable de energía. En mi opinión, el uso de la energía nuclear es equivalente a pedirles a las generaciones futuras que carguen la basura tóxica que producimos actualmente y que la lleven en sus espaldas por miles de años. La disposición final de los desechos nucleares es un problema ético, ya que, estos desechos, requieren ser confinados bajo sistemas de alta seguridad por miles de años. Se requiere construir instalaciones que alberguen en forma segura los desechos nucleares, además su funcionamiento se debe garantizar por más de diez mil años; es decir, es necesario pensar, diseñar y construir edificaciones, no solamente que duren, que se mantengan en pie, sino que trabajen por más tiempo que lo que lleva de existencia la civilización humana como tal. Las edificaciones antiguas con más de mil años que han llegado a nuestros días ya no funcionan, ya no son usadas, solamente son reliquias necesitadas de conservación. ¿Cómo podríamos asegurar que las instalaciones que alberguen los deshechos nucleares sobrevivan a terremotos, maremotos o huracanes? Ésta es una pregunta fundamental y su respuesta no es trivial. Por supuesto, también deben seguir funcionando aun en época de guerra, revoluciones o ataques terroristas, algo más para pensar. En mi opinión la película Into Eternity aborda con seriedad y con una belleza abrumadora este problema del confinamiento final de los desechos nucleares.




Por otro lado, además de estas consideraciones, en México tenemos el problema adicional de que casi todo el territorio nacional es susceptible de sufrir terremotos, situación que nos remite inmediatamente al caso de la planta nucleoeléctrica de Fukushima Daiichi, que sufrió un terremoto y posteriormente los estragos de un maremoto para desencadenar un accidente de catastróficas consecuencias aún no cuantificadas. Los científicos pueden explicar claramente los que sucede cuando tienen la información. Una explicación detallada de los primeros momentos del accidente de Fukushima Daiichi después de maremoto fue dada por un experto mexicano.



Sin embargo, hay hechos que se dijeron que nunca pasarían y ya pasaron y provocaron el accidente (leer creafuturos para más información). La sociedad, todos nosotros, debemos reclamar información precisa sobre los accidentes en las plantas nucleares. Lo que pasó en Chernobyl, ahora 25 años después, todavía tiene consecuencias. AFP tiene un reporte sencillo de las consecuencias hasta nuestros días.

Es importante mencionar que hace menos de un mes hubo un temblor de más de 6 grados que pasó por Laguna Verde en una zona donde no se esperaba pasara un sismo.
Por estas razones, insisto, deberíamos apostar por las fuentes renovables de energía, en particular en México, por la solar. En la actualidad tenemos la posibilidad de usar sistemas fotovoltaicos para producir directamente energía eléctrica, hace algunos meses propuse el uso de 80,000 azoteas para poner sistemas fotovoltaicos, es decir se requieren solamente 18 metros cuadrados para poder producir más de 180 kW-h por mes, es decir, convertir del Sol más energía eléctrica de la que consume una casa promedio.
De acuerdo con el censo, en Morelos hay más de 450 mil viviendas habitadas que disponen de electricidad (datos del Censo 2010, ver www.inegi.org.mx). Así, podríamos generar con energía solar toda la energía que el Estado requiere usando solamente 18 metros cuadrados por vivienda, en promedio. Este proyecto es viable y se paga en diez años.
En esta propuesta, sólo estoy contando las viviendas habitadas; pero qué podemos decir de los edificios públicos, de los edificios donde residen los órganos de gobierno o las oficinas gubernamentales. Creo que el uso de estas azoteas para la producción de electricidad sería una acción benéfica para todos nosotros. El problema actual es que esto es redituable en un período del orden de 10 años; que lamentablemente es mayor a los 3 y 6 años que les interesa a la mayoría de los políticos
Otra pregunta ¿Qué podemos decir de las azoteas de las empresas? Una alternativa sería poner sistemas fotovoltaicos en los techos de los supermercados o de las industrias, etc. también podría ser una forma de obtener nuestra seguridad energética, pero no existen los mecanismos de financiamiento a largo plazo para estas acciones. Aunque este plazo podría disminuirse si se pudiera vender el excedente de producción eléctrica. Actualmente la ley no permite la producción de electricidad para su venta neta, solamente se puede producir la misma cantidad de energía que se consume e introducirla a la red general de distribución. Bajo la actual reglamentación, la CFE no pagará la energía que en un corte anual no consumamos.
Considero muy importante que: a) los legisladores analicen la forma en que se pudiera producir electricidad por pequeños productores y venderla para que la CFE la distribuyera, b) los secretarios de obras públicas de todos los niveles evalúen las posibilidades del uso de las azoteas y c) la CFE analice la viabilidad y requerimientos de la generación distribuida. La energía solar fotovoltaica no es la más barata en este momento, pero bien vale la pena hacer estos análisis y estoy seguro el sector científico tecnológico está listo para trabajar en conjunto para generar soluciones hacia la sustentabilidad.
Una primera versión de este texto fue publicada el día 20 de abril, 2011.

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